Todo
empezó por culpa de Julie & Julia. Ya la había visto, pero la
segunda vez me impactó más que la primera, por algún motivo. Me inspiró tanto
la historia de Julie Powell que me puse a investigarlas, a buscar fotos de
ellas, a buscar sus libros. La película se basa en la autobiografía de Julia
Child, My life in France, en el libro de Julie Powell, Julie and
Julia: Mi year of cooking dangerously, y en el recetario de Julia Child Mastering
de art of french cooking. Cuando estuve investigándolas descubrí que,
aunque la película habla solo del primer tomo del recetario de Julia (explicando
que las autoras querían que fueran siete u ocho tomos, pero que los editores
las convencieron para reducirlo), en realidad se publicaron dos tomos del
recetario. Al poco de ver la película, una obsesión profunda se quedó tan
grabada en mí que de golpe parecía una necesidad de vida o muerte tener ese libro.
De momento solo tengo el primero, ya que creo que es el que tiene las recetas
que más me interesan, y el que dio lugar al Julie/Julia Project. Me parecía la
historia más tristemente feliz del mundo: una chica cualquiera con un trabajo y
una vida cualquiera encuentra un antiguo libro de recetas de su madre y decide
que, para no perder el rumbo de su vida, la solución más sensata y oportuna es
ponerse a hacer todas y cada una de las recetas (y dios mío, ahora que tengo el
libro puedo ver que realmente son muchísimas) durante un año. Y esa chica
cualquiera con una vida cualquiera, que casualmente ama escribir y cocinar como
yo, consigue que la persona adecuada descubra su blog y se interese en publicarle
un libro con esa historia. Y luego una película. Y casi se me para el corazón
cuando, envuelta en imágenes felices de ambas durante mi investigación,
descubro que Julie Powell murió en octubre de 2022, hace tan solo unos meses
del día en que escribo la primera entrada de mi blog de cocina.
Un
día, buscando una foto de una de las recetas del libro de Julia Child, di con
otro blog de cocina de otra chica cualquiera que, como Julie Powell y como yo,
habían visto la película, habían comprado el libro, y se habían sentido tan
fascinadas e inspiradas por la historia de ambas que había decidido hacer todas
y cada una de las recetas del recetario. Yo también sentí ese convencimiento:
yo, medianamente vegetariana (medianamente), me sentí con la necesidad de hacer
las recetas de Julia Child, aunque la grandísima mayoría de ellas implicaban
carnes y pescados varios. El blog de esa chica cualquiera que se había
obsesionado como yo, decía que, a pesar de su obsesión, ella no era tan testaruda
como Julie Powell, y que solo iba a hacer aquellas cuyos sabores de verdad
disfrutara, dejando de lado las que llevaban los ingredientes menos afines a su
paladar. Gracias, chica cualquiera cuyo nombre no recuerdo, porque eso era lo
que necesitaba leer.
Me
parece fascinante que una persona como Julia Child pueda provocar algo así en
tantas personas. Un simple recetario se convierte en una fuente de inspiración,
en una obsesión, en, de repente, el sentido de la vida. Tanto Julie Powell como
la desconocida de ese blog de cocina decidieron emprender ese camino por el
recetario de Julia sin más motivo que el amor por la cocina. Ningún otro que el
placer. Yo no sabía qué quería hacer con esta inspiración repentina, pero sabía
que quería hacer algo. Así que aquí estoy, utilizando el nombre de una marca
multimillonaria que no necesita que una chica cualquiera como yo la publicite
para nombrar un blog de cocina porque alguien más ha vuelto a obsesionarse con
Julia Child. Sí: solo soy una chica cualquiera que se ha comprado una olla para
horno que se parece a las ollas de Le Creuset porque ha leído las recetas de
Julia Child y necesita urgentemente hacer Boeuf à la bourguignonne. Todavía no
me ha llegado la olla. Pero dios, qué ganas de empezar a cocinar.
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